3 sept 2009

“Por los recuerdos hay mucho dolor”

Mi nombre es Isabel tengo trece años y vinimos desplazados de un pueblo de Cauca. Salimos de allá porque nos amenazaron y nos dijeron que nos daban un plazo para salirnos . No teníamos ni plata ni nada y nos tocó pedir prestado y coger algunas cosas. Lo que paso es que mi abuelito tenía una finca muy grande y tenía ganado y cosechaba café, y a él lo amenazaron, siempre le robaban las reses. A él lo mataron y a nosotros nos toco salirnos por eso. Todo fue por quitarle la finca.

Mis padres no nos comentan nada del desplazamiento. Lo que sé de mi desplazamiento lo sé porque uno, más o menos se acuerda de lo que pasó. Ellos quieren, más que todo, hacer de cuenta que no pasó y dejarlo en el pasado. Ellos siempre han sido los mismos con nosotros, no han cambiado, nunca nos han demostrado que les quedó rencor de algo.

Cuando estábamos en nuestro pueblo, mi familia, era muy unida. En cambio acá estamos solo nosotros, mi papá, mi mamá y mis hermanos. La escuela quedaba en el Pueblo. Lo que más me agradaba es que era grande y bonita, tenía parque, canchas de todo. Mis compañeros eran todos chéveres. En la escuela de allá,

Me gustaría regresar a mi pueblo porque allá quedaron mis amigos, mi familia y casi toda la gente que conocíamos. En la escuela donde estaba todo era estricto y chévere porque allá no se veían patanes ni groseros, ni nada todo era muy chévere, ni una mala palabra. Acá todos los niños son muy agresivos con las mujeres y las mujeres se igualan a ellos.

Lo más difícil de llegar a la escuela es la indiferencia de algunos compañeros, de algunos profesores. Cuando llegue al colegio por primera vez , mi mamá me vino a acompañar. Y cuando me dejaron e el salón, después llamaron a los niños que eran desplazados, ahí en el salón, y todos comenzaron a discriminar, a reírse a hacer comentarios. Cuando estaba en sexto, estaba sentada en el pasto y los niños empezaron a gritar ¡desplayada!, yo no hice nana me quede callada y agache la cabeza. Ahora, estoy en décimo, todavía mis compañeros me molestan. Que día el profesor nos llamó para saber quienes estamos desplazados, y todo se rieron.

Con la mayoría de los profesores me siento bien. Uno les puede hablar, les puede decir las cosas y ellos se ganan la confianza de uno. Pero, algunas profesoras sí las siento distantes, porque ellas siempre están tratando de alejarlo a uno, de hacerlo sentir mal. Lo echan a un lado y, pues, eso no es justo porque todos somos iguales y tenemos los mismos derechos.

Las otras personas piensan que los que somos desplazados somos cochinos, que siempre van a quitarle a otro. Les diría que nos distinguieran mejor, porqué la imagen que tienen ellos de nosotros no es así, pues casi la mayoría de personas que venimos desplazadas somos muy sociables

y solidarias.

En caso de que llegue un niño con mi mismo caso, como a uno le ha pasado, pues uno lo recibiría bien sin comentarios de nada. Me gustaría que en la escuela hagan talleres, reuniones, actividades conmigo y mis compañeros, porque uno queda con la psicosis de cuando salió. A los profesores les digo que cambien ese modo de pensar sobre los niños desplazados, que ellos todos son iguales y tienen los mismos derechos. Y a los niños que no nos aceptan, pues que nos distingan mejor, que nos quieran por lo que somos y no, por lo que tenemos, ni por lo que hemos sido.


P.D. EL NOMBRE DE SU PROTAGONISTA HA SIDO CAMBIADO RESPETANDO SU DERECHO A LA PROTECCIÓN Y SEGURIDAD, PROCEDIMIENTO QUE SE SEGUIRA EN TODOS LOS TESTIMONIOS PUBLICADOS EN ESTE BLOG.

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